Una de hombres, una de enfermos y una de... necesitadas de amor


"Es que eso demuestra nuestra necesidad de ser amadas..." respondió Isabel de Castilla cuando le comenté que un maldito zarrapastroso hijo de Morgana estaba jugando con mis sentimientos.

¡Chale!, qué le hice yo, si lo único que he deseado durante más de una década es rescatar la amistad que teníamos. Nisiquera lo busqué, rompí todo contacto y luego aparece quién diantres recuerda cómo se llama y me habla de amores, de castillos, de suspiros y cartas que si alguna vez escribí, hoy me da pena recordarlo.

Decir que lo quise... siempre tiendo a categorizar. No lo quise como amé a Aldo o a Gustavo (aunque yo no era más que una tontuela a la que engatuzaban taradeando a Beethoven), nisiquiera reconozco en su presencia la tranquilidad que me transmitía Daniel. No, en definitiva no lo quise igual.

Pero debo reconocer que me hizo el amor como ninguno de ellos. Me explico. Con los otros tuve sexo y muuuuchooooo, guuaaaauuu, sí, sí, sí,,, mucho. Con él no. Aún recuerdo esa única noche en la que estuvimos juntos. Hicimos un viaje a un lugar cercano, próximo a estas fechas por cierto. Rentamos una habitación con dos camas, porque íbamos como cuates... salimos a conocer museos, luego en la noche nos metimos a un bar. Ahí nos besamos. El del grupo que tocaba hizo algo de burla al respecto -aguanten o algo así-
En la farmacia pasamos a comprar un cepillo de dientes y condones, más adelante una botella de licor de algo... una fruta... Nos encerramos, tomamos, nos desvestimos sin luz, no recuerdo bien eso. El decía algo como que no lo podía creer, lo repetía en mi oido y se sentía dichoso, estaba feliz supongo. ¿Qué sentía yo?... Lo que viene a mi mente es incredulidad, la fatalidad de que no podía durar, que nuestra amistad podía acabar, pero también feliz de descubrirlo, de amarlo en ese momento... Quisimos tener sexo, no pudo. Nunca cuestioné, ni pregunté,,, además ya había sucedido con otros, sabía por lo que pasaba. No insistimos. El cantaba una canción de Fernando Delgadillo "Ten miedo de mi"... la cantaba a mi oido y así pasó la noche según mis recuerdos.

Supongo y así debe ser, que muchos detalles escapan a mi memoria. No recuerdo ni como despertamos, ni la cruda. Sólo que al otro día estabamos sentados bajo un árbol en el atrio de una iglesia. Desde ahí algo no estaba bien... lo confirmaría más adelante.

Fue nuestra única noche juntos. Lo ví una vez más, cuando después de una horrible pelea lo encontré en la escuela y en honor a la amistad que tuvimos le pedí una disculpa e hicimos las pases. Nisiquiera era mi culpa o no lo creo, entonces tal vez sí lo creía. Hoy no.

Han pasados más de 10 años desde que salimos de la universidad, se supone que hemos cambiado. Yo he cambiado, tras muchos años de desear, finalmente me serené y tome las cosas como vienen. A veces -casi siempre- demasiado lentas para una chica que siempre quiso comerse al mundo. Otras tratando de empujar los cambios, sin mucho éxito, no soy tan convincente cuando se trata de echar a andar la voluntad de otros.

Estoy sola. Sin hombre desde hace un año porque con el último viví lo que tenía que vivir de chido y lo demás era tiempo extra malgastado y poco satisfactorio. También me he pasado todo este tiempo sin sexo, no por falta de oportunidad ¡qué diantres!...
Así me encontró otras vez ese jijo de la fregada. Serena, pero... vino a alborotar mi mundo. En menos de quince días ya me tenía pensando en él. Llorando por él. El muy maldito diciendo que llamaría y sin llamar -con lo que odio que jueguen con mi tiempo- mandando mensajes empalagados de amor y haciendo perdedizo su cel a la hora de contestar. Citando y no acudiendo.

Anoche fue triste. Yo sabía de antemano que podía pasar porque era la segunda vez. La tercera si cuento la noche que pasamos juntos. Yo lo sabía, pero qué diantres! quería sonreir aunque fuera una ilusión, sabía que era un mentira y me dejé llevar porque lo necesitaba, porque quería soñar con la posibilidad... la certeza más fatua, efímera e irrealizable. Me eché un volado y mientras la moneda estaba en el aire, sonreí. Cuando cayó, derramé lágrimas.

Me duele. Lo admito. Lo veo afanandose escribiendo sus mensajes de texto para bajarme las estrellas con palabras que no siente. Creo que está enfermo y quiere vengarse conmigo por lo que alguien le hizo. Yo no. Nunca le he hecho daño y por el contrario le extendí mi mano.

Sí lo quiero, no como lo demás pero sí lo quiero y me lastima lo que hace. Ya borré cualquier contacto con él, sus teléfonos en realidad. Su mail no importa, consulto poco mi correo, ja! hasta que no sumen 300 correos sin leer.
Qué vulnerable soy todavía. Mi sabio amigo Merlín diría que es porque estoy viva. Así que tomo esta tregua emocional como un recordatorio de que estoy viva. Si no duele es que he muerto. Creo que aún falta para ello.

Salú.

Comentarios

Entradas populares