De Chiapas a Tamaulipas
Estuve unos días en Chiapas, disfrutando de una vacaciones con mi hermana y mi madre. No hubo lo que halle en otros viajes. Tampoco era mi intención ir tras ello. Como sea, Chiapas, mi primer viaje que hice allá, me mostró varias cosas. En primer lugar su clima variado y delicioso, luego sus bellezas naturales, sus iglesias, su pueblos. Fue genial.
También hablé con la gente. Quería saber quienes son los chiapanecos, más allá de lo que uno lee en Internet y en los boletines del gobierno. Quise escucharlos. Me encontré con varios chilangos por cierto.
Chiapas es bello, pero tambiés es muy pobre. Basta caminar por fuera del circuito turístico de San Cristóbal. Introducirse entre sus casas de madera, sus calles sin pavimentar, sin servicios...
Chiapas también me mostró a los zapatistas. Esos que se levantaron en armas en 1994, cuando yo aún estaba en la Universidad y que nos emocionó a todos. Ahora sí viene la Revolución, nuestra Revolución, la de nuestro tiempo.
Pero esa revolución nunca llegó, nisiquiera para Chiapas, que siguió tan pobre como siempre ha sido.
Los zapatistas no están en San Cristóbal, o al menos ya no caminan con pasamontañas. Ya no esconden su rostro tras el pasamontaña, que curiosamente los identificaba, los resaltaba. Al exhibir su rostro solo son uno más de los cientos que caminan por la plaza principal.
Los zapatistas son ahora llaveritos, muñecos de trapo con rifles de palo, de pie o mantados a caballo. Curiosos, eso sí, como son todas las cosita que hacen los artesanos chiapanecos. También están en una tienda de artesanías, donde cobran 5% de comisión en las compras con tarjetas. "Es para los niños zapatistas, para los artesanos" dijo la vendedora a una turista, que seguro se fue de espaldas cuando vio que el muñeco que compró le salía más barato en la plaza frente a la Catedral.
No pretendo minimizar el papel de los Zapatistas. Nos recordaron que los indígenas ahí están, y que nunca debimos olvidarlos, pero me pregunto, a 17 años de esos eventos ¿de qué sirvió?
Tamaulipas, tierra de narcos
A una semana de mi viaje y ya reinstalada en el trabajo, leí un artículo de San Juana Mtz. El avance de un libro: EL FEUDO DEL CÁRTEL DEL GOLFO
El texto es triste, impactante. Ciudad Mier, otrora un Pueblo Mágico, hoy es un pueblo fantasma. La gente perdió todo menos el miedo, por eso viven como refugiados en su propia tierra en su propio país, con un gobierno que ha decidido calificarlos como "víctimas colaterales" e ignorarlos. Esta gente no perdió sus bienes en un huracán, lo perdió por miedo a perder la vida... todo quedó atrás, menos la esperanza de que algún día regresen a sus casas, tal vez cuando el gobierno pacte con los narcos.. sino cuándo?
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